¿Y qué es lo que quedó del Tomari Te?
Por Mario Orellano
El desarrollo contemporáneo del karate en occidente se manifiesta mayormente a través de cuatro sistemas principales que han alcanzado difusión global: el Shotokan (surgido de Gichin Funakoshi y sus discípulos en la región de Tokio), el Shito-ryu (creado por Kenwa Mabuni con desarrollo posterior en Osaka), el Wado-ryu (sistema sintético desarrollado por Hironori Otsuka combinando su formación en jujutsu con el karate de Funakoshi), y el Goju-ryu (presentando variantes tanto okinawenses bajo Chojun Miyagi como japonesas bajo Gogen Yamaguchi). Al examinar Okinawa, la región originaria de estas artes marciales, observamos una compleja red de tradiciones que históricamente se han categorizado en dos grandes corrientes técnicas.
La primera corriente, conocida como Shorin-ryu, se desarrolló principalmente en Shuri, antigua capital del Reino de Ryukyu, asociada a figuras como Sokon Matsumura, Anko Itosu y Choki Motobu. Esta línea técnica se caracteriza por la práctica de katas como Passai, Kusanku y Naihanchi. La segunda corriente, Shorei-ryu, surgió en las áreas portuarias de Naha y Kume, centros de intercambio cultural con China, representada por maestros como Kanryo Higaonna y Chojun Miyagi, con katas característicos como Sanchin, Seisan y Suparinpei.

Sin embargo, esta dicotomía representa una simplificación de una realidad histórica mucho más compleja. Las investigaciones basadas en fuentes primarias (Chogi Yoshimura, Kentsu Yabu, Choshin Chibana) revelan la existencia previa de dos sistemas marciales autóctonos: el Ti, arte local desarrollado a través de intercambios con el sudeste asiático, y el Toudi, conjunto de técnicas importadas desde la provincia china de Fujian durante los siglos XVIII y XIX. Estos sistemas no permanecieron estancos, sino que experimentaron un proceso de fusión progresiva, como demuestra el caso documentado de Sokon Matsumura, cuyo método incorporaba elementos de ambas tradiciones.
En este contexto histórico emerge la cuestión del Tomari-te, denominación que aparece formalmente en 1927 durante una exhibición ante Jigoro Kano, como categorización geográfica junto al Shuri-te y Naha-te. Según los registros de Choshin Chibana (1966), esta designación respondía más a una necesidad clasificatoria que a una realidad técnica independiente. Los maestros de Tomari, como Kosaku Matsumora y Kokan Oyadomari, habían desarrollado su práctica marcial a partir de la síntesis de métodos provenientes de Shuri y Naha, con el añadido posterior de técnicas enseñadas por un experto chino náufrago en 1872, quien instruyó a la familia Teruya en katas como Chinto y Jitte.
La investigación historiográfica (Scott Mertz, Masahiro Nakamoto) ha desmentido numerosas especulaciones sobre este personaje, a quien se ha atribuido erróneamente desde una condición de pirata hasta la de monje taoísta. Los registros familiares disponibles, particularmente los de la familia Motobu, invalidan las teorías sobre su supuesta descendencia o conexión con la aristocracia okinawense. Técnicamente, la influencia de Tomari se manifiesta principalmente en la preservación de katas específicos (Wanshu, Rohai) y en su impacto en la pedagogía de Anko Itosu, quien incorporó elementos técnicos tomarienses en sus versiones de Passai y otros katas.
La figura de Chotoku Kyan representa otro caso paradigmático de esta complejidad histórica. Aunque frecuentemente asociado con Tomari-te, su metodología constituía una síntesis personal de múltiples influencias, adaptadas a sus características físicas y experiencia marcial. Este patrón de desarrollo, donde cada maestro creaba su propia interpretación técnica, era característico de la transmisión marcial okinawense previa a la sistematización moderna.
Desde una perspectiva historiográfica, el Tomari-te no constituye un sistema originario independiente, sino una variante regional que sintetizó elementos de Shuri, Naha y aportes chinos posteriores. Su importancia radica en la preservación de formas técnicas que de otro modo habrían desaparecido, y en su influencia en la evolución del karate moderno, particularmente a través de figuras como Itosu. Sin embargo, las evidencias documentales disponibles no sustentan las teorías que lo presentan como fuente primigenia del karate okinawense, sino más bien como un nodo significativo en la compleja red de transmisión e innovación técnica que caracteriza la historia de estas artes marciales.